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viernes, 6 de enero de 2017

El cura que dejo su curato para dedicarse a la Arqueologia


Muy recientemente y de manera casual he encontrado una interesante publicación de una revista gráfica llamada “Estampa” publicada del 23 de marzo de 1935.
Tras la curiosa porta costumbrista de los años 30, en sus páginas centrales,  aparece una sorprendente y desveladora entrevista al desconocido párroco don José Belda Dominguez, realizada por el colaborador de la publicación José Romero Cuesta. Y cuyo contenido nos muestra una retrospectiva de la vida del párroco así como sus  logros  más significativos, todos ellos  relacionados con una incipiente y mal trecha arqueología alicantina de aquellos años. Y que a continuación paso a transcribir.


Ya hace un tiempo le quisieron quemar la casa, porque guardaba en ella unas calaveras y unos huesos humanos….. Nadie en el pueblo tenía nada malo que decir….. El señor cura gozaba entre sus feligreses de una excelente y bien ganada reputación y hacia todo el bien posible a los necesitados… Su vida, un ejemplo de sobriedad….. Pero aquellos huesos y aquellas calaveras….
Además decían--, sus ojos veían a través de la tierra.
Una tarde, en la plaza, se hablaba de las raras aficiones del clérigo, de su extravagante manía de coleccionista de carroñas, de sus incursiones por un monte próximo donde, por su propia mano, realizaba frecuentemente excavaciones que tenían intrigadas a todas las sencillas gentes del lugar. Algunos miraban le ya como un brujo. Otros le acusaban de superchería…  Y , entre estos últimos, el que menos recataba sus juicios era un mozo incrédulo, ignorante y desconfiado, que, por disfrutar en el pueblo fama de temerario y receloso, fue precisamente el elegido por el cura para una experiencia convincente y audaz que pusiera termino a las populares suspicacias.
-Hoy, si quieres, vendrás al monte conmigo –propuso el cura---. Y si vas, lleva un azadón… Hasta que llegaron a una altura ya calculada por el sacerdote y el punto exacto en que se proponía a excavar.
---Veras… Vas a destripar aquí… Y algo interesante encontraremos…. ---prometió---. Pero  con cuidado no lo deshagas.
El mozo miro, incrédulo, al cura, y se dedico, al fin, a clavar en la tierra el azadón, aunque sin darle ímpetu ni decisión a su brazo… Dos terrones saltaron a sus pies.
---- ¿Usted cree que encontraremos algo?
--- Pues ¿qué hacer?.... Tu trabaja y veras….
El mozo acelero el brío en la tarea, aunque no muy convencido aun.  Y había ahondado ya en la tierra más de dos metros cuando la mano del cura detuvo la herramienta, que iba a enterrarse vigorosa otra vez, y fue luego a exhumar del hoyo un objeto informe, que tomo con cuidado y mostro al asombrado mozo con orgullo.
--- ¿Eh? ¿No te dije yo? Ya tenemos algo importantísimo. Esto es fenicio puro…. Un plato de hace más de dos mil años….
¡Aquel cura era un brujo!.... El mozo podía dar testimonio de sus brujerías.

UN CRANEO POR UN BAUTIZO Y UN VASO ROMANO POR UN FUNERAL
---- Desde niño, más que los libros de cuentos o que los textos de matemáticas, me atraían las narraciones históricas de los tiempos primitivos, las descripciones de la edad antigua y cuanto reconstituyera aquellas civilizaciones que despertaban en ni imaginación una obsesionante curiosidad…..--- empieza diciéndome don José Dominguez, el cura párroco de Torremanzanas, al que ahora encuentro en las inmediaciones de Alicante, en un lugar conocido como La Albufereta, donde está, cambiada la sotana por una larga blusa negra, que también parece una sotana que hubiera encogido un poco, entregado afanosamente a una dura tarea de excavador.
Fui así ---añade--- un arqueólogo teórico canto misa y ejerció su curato en varias feligresías sin que pudiera satisfacer su vocación profana, mientras la vocación religiosa se satisfacía plácidamente en el cuidado de la iglesia y de la casa parroquial. Hasta que pasé a la parroquia de Torremanzanas, donde existía una finca bajo la que yo adivinaba posibilidades de hallazgos sorprendentes…. Allí intente hacer algunas excavaciones. Pero tropezaba siempre con mi escasez de medios económicos para realizar los trabajos, y lo que era peor, con la negativa rotunda del propietario del terreno… Hasta que el buen señor entrego a Dios su alma. Por el entierro sus herederos me dieron doce duros, y ellos mismos me autorizaron a que con aquellas sesenta pesetas emprendiera alguna excavación… Como yo esperaba, encontramos restos de un poblado ibero… Y desde entonces, cada bautizo, cada boda o cada funeral, va anotado en mis colecciones sobre un cráneo, una vasija o cualquier otro hallazgo.



LOS DESCUBRIMIENTOS DEL CURA ARQUEOLOGO
En Torremanzanas encontró un día una caverna necrópolis neolítica, con treinta esqueletos, ocho o diez collares, puntas de flecha, ídolos esquemáticos y otros muchos raros objetos. También en Penaguila hizo algunos descubrimientos. Pero su afán era poder establecerse en Alicante, en cuya Albufereta estaba seguro de desenterrar valiosos restos de primitivas civilizaciones.
--- Y ¿dejo usted, al fin, su curato por la de arqueólogo?--- le pregunto.
Le pregunto lo que en el clérigo produce una más visible contrariedad. Porque se ha dicho que don José Belda Dominguez había colgado su sotana para cambiarla por esta blusa del trabajador seglar.
---… Y no es cierto… Yo sigo siendo el cura párroco de Torremanzanas, y estoy humildemente, disciplinadamente, a las ordenes del señor arzobispo… Pero el señor arzobispo me autorizo… Yo soy párroco antes que todo…--- responde vivamente---. Pero pude obtener, gracias a Dios, permiso para venir a La Albufereta.
Aquí lleva, cambiando el cura exhumador de antigüedades, más de cuatro años.
---Hemos llegado a descubrir una necrópolis junto al puerto, muy parecida a la de Ibiza, con doscientas sepulturas de cremación, con material de gran valor en oro y plata, depositado todo ello en el Museo Provincial… Hay ya delineados tres centros de excavación: el centro prehistórico y de principios de la edad del bronce, en el Monte de San Julián, con un  poblado de mas de un centenar de cabañas, coronado por un túmulo o monumento religioso funerario, contemporáneo de las primeras dinastías de Egipto, con alguna afinidad con las Pirámides--- describe el sacerdote---, y hago estas definiciones---añade--- que me parece…, ¡vamos!, que no son tonterías… El centro de El Tossal de Manises, con dos civilizaciones, la indígena ibérica en la capa inferior arqueológica, y otra, influida por la civilización cartaginesa en el siglo III, antes de Jesucristo, en una capa un poco superior… Y otro centro, la necrópolis y el antiguo puerto de la Albufereta… De todo ello se dio cuenta a la Junta Superior de Excavaciones, que publico dos memorias en 1929 y 1931.

LO QUE FALTA ES DINERO
Lo más difícil es conseguir dinero para seguir las excavaciones---se lamenta el cura---. Yo puse cuanto tenia, la miseria que había podido reunir, para comprar las herramientas más precisas y empezar los trabajos…Y ¡si viera usted de que medios tengo que valerme para que no se queden paralizadas las obras!...
Hasta que se hace de noche y hay que djar ya la tarea… Por el cura, no; por él hasta de noche seguiría trabajando.
Los hallazgos---dice---se podrán prolongar centenares de años… Apenas nada en el tiempo lo que yo viviré… Se habla de que es posible que de aquí salga otra vez a la luz la ciudad de Amilcar… ¡Quién sabe!...
Y el cura se desviste de la blusa y la substituye por la sotana, con la que, carretera adelante echa andar… Un autocar de línea lleva desde La Albufereta a Alicante por treinta céntimos.
Pero el clérigo arqueólogo va andando… Todo el dinero es poco para consagrarlo a las excavaciones… Y si, como ahorra los céntimos, pudiese ahorrar las horas que se le llevan otras necesidades, se privaría hasta de dormir…


José Romero Cuesta


domingo, 24 de marzo de 2013

El misterio del "Grupo Escultórico Policromado" 3ª parte (Traslado al museo)


 Ese mismo día de su descubrimiento (29 de diciembre de 1934), fue trasladado a las dependencias del Museo Arqueológico de la Diputación Provincial de Alicante, situado en esas fechas en la planta baja del edificio de la Diputación  en la Avenida de la Estación nº 6. Era sábado y era necesario dejarlo en un lugar a buen recaudo.


Previa a la definitiva ubicación, la pieza paso por el taller de restauración (ubicado en la planta alta), para su limpieza y catalogación . El técnico restaurador responsable fue, en esos momentos,  Felix Rebollo Casanova al que vemos en las siguientes imágenes  en primer lugar y tras el Jose Belda

                                                                    Sala de restauración


                                                                  Sala de restauración

Finalmente, y tras modificaciones realizadas durante  la Guerra Civil, "El grupo escultórico" paso a la vitrina numero 83, situada en el apartado dedicado a la necropolis de la Albufereta. En el cual estaban expuestas todas las piezas relevantes halladas en las sucesivas excavaciones de la necropolis. La vitrina 83 era de pequeña envergadura y de aspecto frágil, en ella también se expusieron gran cantidad de terracotas halladas en la necropolis de la Albufereta

                                                                        Sala central

Vista parcial de la sala central, a derecha vitrina 83

                                           Vitrina 83, en el centro el "Grupo escultórico"

Y en ese mismo lugar permaneció hasta mediados de los años 60, donde se le traslado de vitrina, ya que en la numero 83 no reunida unas mínimas garantías de seguridad y es por ello que se decidió su traslado a la numero 37, que era mucho más grande y segura. 

domingo, 18 de diciembre de 2011

Jose Belda Dominguez, Pasión por la Arqueologia. Iª parte


Conocido también como Padre Belda. Nació en 1890 en Bocairent. Tras realizar su carrera eclesiástica en la ciudad de Valencia fue trasladado en 1925 a la localidad de Torremanzanas, donde despertó realmente su curiosidad por la arqueología y en donde realizo multitud de prospecciones, de las cuales, los objetos hallados se expusieron en la Casa Abadia de dicha localidad. Su interés por la arqueología fue tan grande que muy pronto amplio su curiosidad al resto de las localidades vecinas.
Tras la llegada de la Segunda República en 1931 se traslado a la ciudad de Alicante, llevándose con sigo todas las piezas halladas hasta el momento, donde ese mismo año las donaría a la Comisión Provincial de Monumentos y Artísticos en Alicante a la cual años atrás perteneció como vocal.
Fue el mismo Francisco Figueras Pacheco, quien en 1933 propuso a la "Comisión" que Jose Belda Dominguez ocupase la dirección del reciente Museo Provincial de Alicante, aunque esta fue rechazada por la misma Comisión.











jueves, 15 de diciembre de 2011

Cosas de la Albufereta






Curiosa publicación local, en la cual nos narra un curioso descubrimiento arqueológico, que de forma fortuita ocurrido en las inmediaciones del Tossal de Manises.
El insólito hallazgo arqueológico ocurrió a mediados de la década de los años cuarenta. La noticia esta recogida por Isidro Buades Ripoll en 1985.