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domingo, 7 de abril de 2019

La Albufereta, un tesoro sumergido



Interesante noticia publicada por el Diario Información, sobre la gran cantidad de hallazgos descubiertos en el fondo marino de la bahía de la Albufereta, los cuales dan una visión sobre todo el contexto arqueológico que la rodea.
Noticia de Cristina Martínez , fechada el 31 de octubre del 2016. 

Los hallazgos de la última prospección del MARQ en el antiguo fondeadero de Lucentum llevan a los arqueólogos a pedir la declaración de BIC

La distinción le convertiría en el primer yacimiento subacuático de la Comunidad Valenciana con esta protección.

Fue el puerto comercial más importante de la antigüedad precedido por Dénia y hoy, después de tres campañas de prospecciones arqueológicas, se ha completa su historia, una historia que recorre 1.500 años de tráfico comercial, sobre todo con Italia y el norte de África. El fondeadero antiguo de Lucentum, lo que ahora es la Albufereta de Alicante, ha dado más de un millar de piezas a los arqueólogos, que de la mano del MARQ, acaban de cerrar el círculo al realizar la última prospección que acabó a mediados de octubre y documentar con los restos encontrados la historia completa de esos fondos marinos y por tanto del exterior, la primera zona de poblamiento de Alicante.

El volumen de comercio que se estableció entre los siglos IV antes de Cristo y el X de la nueva era, los vestigios encontrados y la historia reconstruida a través de ellos ha llevado a los directores de esta campaña, los arqueólogos Rafael Azuar y Omar Inglese, a elevar al MARQ la necesidad de que gestione ante la Conselleria de Cultura el reconocimiento de la zona como Bien de Interés Cultural.

Esta declaración, de producirse, convertiría al fondeadero de la Albufereta de Alicante en el primer BIC subacuático de la Comunidad Valenciana, ya que aunque este título lo tiene el pecio Bou Ferrer encontrado en aguas de Villajoyosa, el reconocimiento es a los restos del barco no a todo el área. «Este fondo ha sufrido numerosas agresiones y su declaración como BIC no impediría hacer deportes acuáticos, pero sí determinadas actuaciones, como el colector o como las obras para Puertoamor que ganaron terreno al mar y que ahora deben desmontarse», asegura Azuar, director de Colecciones del MARQ. Precisamente justo en ese punto «por los datos que tenemos debe haber más pecios hundidos», además del Albufereta I encontrado hace años.

Para realizar este trámite, hay que elaborar un informe, «para la que creo que hay suficientes datos que justifican su declaración como BIC; las pruebas son evidentes y tiene una potencia enorme como yacimiento arqueológico». En su opinión, «es un conjunto excepcional de patrimonio y no se entiende cómo nunca se había hecho nada en esta zona para investigar y estudiarlo». En este sentido, Omar Inglese apunta que «cuando se construyó el emisario y se descubrió el pecio se hicieron sondeos, pero siempre unido a la obra pública».

Materiales más antiguos
En esta última campaña realizada desde el MARQ en unas 700 hectáreas, han aparecido materiales «un poco más antiguos», con los que se ha podido completar la secuencia que se tenía hasta el momento. «Lo más antiguo es del siglo IV a. C. con materiales que proceden de la zona del sur de Italia, con material ampuritano y de Ibiza, que corresponde a los primeros contactos comerciales marítimos de la zona con los puertos del Mediterráneo occidental. Cuando empieza la colonización romana lo primero que encontramos son vasijas de vino que vienen de Roma para abastecer a las colonias del impero que se está expandiendo». Rafael Azuar destaca que «luego en la época del pleno imperio, la dinámica comercial cambia y son las provincias las que abastecen a Roma, por eso encontramos muchos restos de aceite de la Bética y a partir de la crisis del siglo II cambia esa dinámica y todo va centralizado a Roma; ahí empiezan los primeros contactos con el norte de África».

«Lo último que hemos encontrado es del siglo X, que coincide con la época de la necrópolis islámica del Tossal», apunta Azuar. A partir del siglo X, el poblamiento se abandona y finaliza la actividad comercial ahí, desplazándose al puerto de Alicante. «Es interesante precisamente –afirma Inglese– porque en todos los puertos aparece desde un ánfora romana a algo actual, pero aquí se queda como sellado, se abandona totalmente».

La posibilidad de encontrar más barcos es grande, según Azuar. «La potencia de este gran fondeadero permite pensar que debe haber otros hundidos».

Las últimas prospecciones han contado con seis arqueólogos subacuáticos voluntarios de la Universidad de Alicante y de la de Valencia (Alicia Reig, Andrea Sanz, Juan Martínez y Laura Pérez), además de los fotógrafos José Antonio Moya y Carlos de Juan del Taller de Imagen de la UA.

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